Las disciplinas espirituales nos sirven para transformarnos y cambiar por y para Dios y su fin es hacernos pensar qué es lo que viene y para qué me estoy transformando.
En hebreos 12:14 la Biblia nos dice que no debemos esperar la santidad, debemos buscarla. Así que animémonos a buscar cada día más de Dios y hacerlo a través de las disciplinas espirituales para así crecer anhelando la presencia de Dios en nuestras vidas.
Estas disciplinas espirituales deben estar basadas y sustentadas en la Biblia y las ponemos en práctica para conocer a Dios, experimentarlo y crecer en la semejanza a Dios, la santidad y la piedad. 2 Timoteo 3: 16-17
La oración, la evangelización, el servicio, la mayordomía, el ayuno, el silencio y retiro, escribir un diario, y la perseverancia don las disciplinas espirituales de las que nos habla Donald Whitney.
Por hoy hablaremos de, ¿cómo me dedico a la santidad? Y la respuesta es muy clara, las disciplinas espirituales deben inspirarme a ser más semejante a Cristo ya que es el amor de Dios el que me llama a ser comprensivo, amoroso, fiel, leal... Estas prácticas deben ser personales (a solas) e interpersonales (con otras personas) porque estamos en un proceso individual de crecimiento en el Señor pero también somos parte del cuerpo de Cristo. Ser como Jesús debe ser nuestro propósito y nuestra motivación para la piedad.
Recordemos que la gracia de Dios es la que produce el deseo y el poder para poder aprender en el camino de la santificación a través de las disciplinas espirituales, pero somos nosotros los cristianos los que debemos luchar con el pecado, el mundo, el diablo y nosotros mismos para practicarlas y seguir adelante. Colosenses 1:28-29 y Filipenses 2:13.
Oremos constantemente para que podamos en nuestro día a día ir creciendo en la obediencia de estas disciplinas y seguir acercándonos a el propósito que Dios tiene para nuestras vidas que es seguro el mejor propósito.
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